martes, 17 de marzo de 2009

Capitulo 3.3: AVIONES DE ESCAPE

La última vez que el Sicario se esfumó, no fue un misterio. Creía saber dónde estaba.
No tenia que pensar demasiado para conocer su escondite. No era la primera vez que desaparecía sin aviso previo.
Había regresado a Córdoba, Argentina. A cada desbande del destino, el Gordo huía al vientre materno, para perderse en las sierras cordobesas. Se instalaba en la casa de los padres, hasta que otro repentino viaje lo trajera de nuevo a España.
Cuando el primer avión sesgo la primera torre gemela, el Gordo aterrorizado corrió a comprar un pasaje de avión a Argentina. Según sus teorías todo presagiaba impactos contra torres españolas. Esta fue una de las tantas desapariciones del Gordo. Dejaba algo de ropa y un armatoste que tenia por televisor con los amigos. Fugándose con una maleta a cuadros que cerraba aplastándola con su propio peso.
El Sicario es un hombre impredecible, irresponsable con dos corazones entre las costillas, que huye de sí mismo y de sus heridas.
Su llamada telefónica, me encontró con las manos cargadas de platos sucios, corriendo con desesperación avícola, tras más platos en la cocina de un bar.
-Estoy en Valencia, tengo una idea que nos salvara.- aseguró el Sicario con un falso halo de misterio.
Abandone el trabajo. La llamada del Gordo fue la excusa perfecta para dejar las idas y venidas por más pan, sal y platos fríos.
Al día siguiente nos encontramos en un bar del barrio Orriols.
El Sicario me contó que trató de encontrar a su ex mujer. Algunos amigos le dijeron que se había ido a Uruguay, con un criador de caballos pura sangre. Derrotado terminó comiéndose la caja de bombones para Mariana.

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