sábado, 27 de diciembre de 2008

FUTBOL PERO CON PELO CORTO

Antes de que comenzara el entrenamiento. Llamaron a los tres.
Los jugadores se sentaron frente al escritorio, atestado de fotos bajo un cristal y un cenicero rebalsado de colillas.
- Buenas tardes caballeros los eh llamado para comunicarles que deben cortarse el pelo- Dijo desde atrás del humo el presidente del club.
Los tres, llevaban el cabello hasta los hombros.
La noticia nos los tomo por sorpresa, por los pasillos del club corrían los rumores. En la selecciona nacional de futbol, las tijeras ya habían hecho mella.
- No puedo cortarme el pelo- replicó Oscar.

- Mire, esto no se trata de querer o no, si usted no se corta el cabello. No podrá continuar en esta institución. Esto es una directiva que viene directamente de la AFA- sentencio el presidente.

- Me niego rotundamente a cortarme el pelo, hice una promesa que no puedo incumplir. Creo que entenderá usted mi situación - dijo Cardozo con un gesto de incomodidad.

- Usted está loco, firmé un contrato con una empresa de cosméticos - afirmó Saltanovich.

- Los contratos que usted tenga fuera de la institución no me interesan, debería considerarlos secundarios -dijo el presidente.

- Usted cree que mi desempeño futbolístico, tiene que ver con que lleve el pelo largo o corto - soltó Oscar con una sonrisa-, yo no me voy a cortar ni una mecha.

- Entonces tendrá contados los días en este club- amenazo el presidente.

- Quiero el pase a otro club, mi representante se encargara de todo, me duele dejar el club que me vio nacer, pero me parece una tontería lo que nos exigen -dijo Saltanovich mientras cruzaba los brazos.

- Bueno, yo creo que la virgen me perdonara. Voy a córtame el pelo - dijo Cardozo resignado.
- ¿Oscar que piensa hacer? -dijo el presidente ahora con una sonrisa en la cara.
- Voy a pensarlo- dijo con rabia en los ojos.
Oscar en un intento de picardía intento permanecer en el club. Apareció en el campo de juego con el pelo corto. A los dos minutos de comenzar el partido, reventó la red contraria con un zapatazo seguido de gol, corrió con los brazos abiertos, dio un salto, y de su cabello saltaron mechas largas. Los ganchos habían dejado escapar su melena, que flameaba como una bandera. La tribuna dejo de festejar el gol, un silencio invadió el estadio, alguien había desafiado a la AFA.
Al instante el técnico realizaría el cambio de jugador y Oscar salió al banquillo para abandonar el club.

Por su lado, Cardozo se sometió a la tijera, y como si una maldición le cayera sobre los hombros, se lesiono en el primer partido con pelo corto.
Saltanovich, engroso su cuenta bancaria con una pase millonario al Manchester.
Oscar abandono el futbol. Para comenzar una vida alejado del rectángulo verde.

martes, 23 de diciembre de 2008

CAPITULO FINAL 10: LA CAMARA

Fueron semanas angustiosas. Antes de que llegara el mensaje al móvil.
Iba todos los días al bar que estaba frente al edificio, me sentaba junto a la ventana y pedía un café con leche. Pasaba allí sentado unas 6 horas por día. Los dueños del bar creerían que estaba loco al oirme hablar solo. Miraba cada persona que entraba al edificio, alguien tendría que darme algun indicio, una pista para llegar al gordo.
Las semanas pasaron, las hojas amarillas ya cubrían las aceras. A veces me pasaba horas con la mirada clavada en el número del portal.
Una tarde estuve a punto de entrar , fuí hasta la puerta principal. Subí al quinto. Desistí al pensar en la policia, esperandome dentro del piso. Volví al bar era más seguro estar allí.
Más de una vez me quedaba dormido con la cabeza apoyada contra el cristal.
Cuando iba al bar intentaba realizar caminos diferentes, podrían seguirme. No tenía que cometer errores. Por miedo a que tuvieran un identikit, me dejé un bigote desprolijo
y escondí mis ojos con una gafas oscuras. Me sentía un imbécil, pense en ir a la policía y contarlo todo para recuperar la calma. Llevaba días enteros sin dormir en un colchon. Vagaba de un lugar o otro. Me aseaba en lo baños de las gasolineras. Amanecía con la espalda destrozada sobre un banco de alguna plaza.
Del bigote desprolijo pase a una barba horrorosa. Una tarde vi mi imagen en un televisor de un escaparate. Me quedé congelado, con la madibula tiritandome, me veía gris y con la ropa colgádome como piel vieja a punto de caer, ¡Oh Dios, pedirían mi captura!
Mis imágenes estaban allí, mostrándome al público. Vendrían por mi. Alguien me reconocería. Cuando recobré la calma, acabé en la cuenta de que una cámara en oferta me filmaba desde el mismo escaparate. Respire aliviado y maldije las putas ofertas.



EL MENSAJE

Cuando te fuiste a dar una vuelta. Le dí al chino un bocadillo de atún con una longaniza y ketchup. De esos especiales que tanto te gustaban. Luego de comer la mitad del bocata comenzo a toser, le dí agua, y continuo empeorando. Se agarró el estomago, al cabo de unos minutos respiraba por la boca, estaba poniéndose violeta. inhalaba entre cortado. Le dí más agua, en la desesperación metí mis dedos en su boca y nada. Con un hilo de voz alcanzó a decirme alér... y se quedó sin aire. Pensé que sería su hijo o alguien de su familia. En un soplido soltó alér....gico y quedó tiezo.
Fueron minutos. Actue de inmediato, baje al empresario en la silla de ruedas, vestido de abuelo. Lo abandoné en un parque. No pude avisarte, todo fue muy rápido, me dejé llevar por el miedo.
Me sentía decepcionado conmigo mismo. No habia podido matar al empresario de un tiro. ¿Que clase de sicario era yo? Un hecho fortuito había acabado con la vida del chino.

Nunca pensé que todo terminaría de esta manera. Tibaldi cumplió el trato.
Tu parte esta enterada en el parque de los patos, junto al banco en donde algunas veces hablamos de Mariana.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

CAPITULO 9: LA HUIDA

Regrese al departamento, empapado hasta los huesos. Habían pasado un par de horas. Los dedos de los pies estaban tiesos por el agua, pero me sentía mejor.
Desde la puerta llame al gordo, pero no me contesto.
Fui directo al comedor, una silla tumbada fue lo único que encontré. Con desesperación recorrí las habitaciones, la cocina y el baño. Volví a la sala alterado, me dejé caer en el sillón. Corrí nuevamente a la cocina tal vez hubiera una nota pegada en la nevera. Al mirar solo descubrí mugre y latas desparramadas.
Salí al balcón, no había rastros del Sicario y el empresario.
Habían desaparecido, trate de acomodar mis ideas. ¿Alguien vió algo y llamó a la policía? Pensé.
¿El gordo habría matado al chino sin mi presencia? ¿Luego cobraría el dinero para perderse en Argentina? Podría ser una posibilidad.
El temor me invadió, al pensar que el gordo estaría detenido y confesaría mi complicidad.
No sabía qué hacer, si esperar o huir.
De repente el timbre del móvil me sobresalto. Un mensaje resaltaba en la pantalla.
La incertidumbre volvió, solo era basura publicitaria.
La paranoia me invadió, oía sirenas a lo lejos, vendrían por mí, el Sicario lo confesaría todo.
Abandone el piso a toda carrera, con el corazón latiéndome en los oídos.