viernes, 10 de julio de 2009

CAPITULO 6.6: MARCANDO TERRITORIO


Entré a la oficina, el Gordo dormía con la cabeza apoyada sobre el escritorio.
Al abrir la puerta no se inmuto, roncaba a destiempo como un motor fuera de punto.
-¡Soldado, firme! Grite y el Sicario dio un salto.
-¡La puta madre que lo pario! ¿No podes chillar más fuerte?- dijo el Gordo
Tenía el cabello revuelto y los ojos parecían una puñalada en lata.
- ¿Algún cliente?
-Ni uno, no sé de qué carajo se quejan los búlgaros. -dijo el Sicario
Salimos a vagabundear por el barrio. Yonquis y borrachines desayunaban porros en las aceras.
-Necesitamos Money, aseguró el Sicario.
- Algo saldrá, hay que esperar.
A pesar del desanimo nos dejamos llevar siempre atentos, buscando, marcado territorio como perros por el barrio Orriols. Hasta que el calor nos acorralo contra la barra de un bar.
Volvimos a la calle, caminamos hacia la Ermita de San Jerónimo. La basura florecía por todas partes, botellas de cerveza, bolsas de pastico, papeles, zapatos, sillas rotas y escombros. Unos 40 Automóviles estacionados rodeaban la Ermita. Los neumáticos dejaban el suelo de tierra lleno de pozos que esquivar.
En el fondo del predio dos negros operaban un automóvil a corazón abierto. Las herramientas estaban desparramadas en el suelo. Desde abajo del automóvil asomaban las piernas de uno de ellos. Más allá un tipo de aspecto sudamericano, sin camiseta con pantalones vaqueros llenos de grasa destripaba un Ford Escort modelo 94.
Completaban la escena, dos españoles de mono azul que quitaban las luces delanteras a un Seat León.
Escapando de la rabia del sol regresamos al bar por más cervezas.